Pretender hacer un análisis sobre la ciencia social que actualmente identificamos como la Economía, nos pone en un predicamento. Ya que los orígenes son propios de una simple razón de eficiencia, pero que se complica en la medida en que la asociamos al conjunto de acciones que desarrolla una sociedad para que obtenga los bienes y servicios que necesita para su sobrevivencia.
Así nos topamos con las múltiples áreas en que se manifiesta la “Economía” de nuestro tiempo y que con seguridad se seguirá complicando en la misma medida en que la sociedad integre nuevas formas de producción, nuevas tecnologías, nuevos marcos jurídicos en los cuales soporta sus resultados, en fin, en la medida en que la sociedad avance en su devenir socio-histórico, sustentado en realidades tempo-espaciales.
Por ello y con la ilusión de que a través de esta columna podamos comentar sobre la economía nacional e internacional, podremos desmenuzar la ciencia económica para valorar que es una ciencia viva, modificable y adaptable a las condiciones que le impone la misma sociedad. Así tendremos que atender a las ideologías que permiten ubicar a los diferentes modelos económicos capaces de hacer valer una serie de “Paradigmas”. Tales que nos permitan identificar el uso y destino del excedente económico, como motivación final para aprovecharlo en beneficio del principio de crecimiento y desarrollo económico que pretendamos darle a nuestra sociedad.
Lo anterior tiene sentido toda vez que por ejemplo, una visión liberal buscará obtener un máximo beneficio para acumular la riqueza en manos de intereses individuales o de grupo, a diferencia de las concepciones donde el beneficio se pretende aprovechar en forma colectiva o social, para mejorar según estas teorías la distribución de la riqueza.
A mi juicio y simplificando la definición, la economía es la ciencia que busca administrar los recursos siempre escasos del entorno geográfico, para atender las necesidades siempre crecientes de la humanidad, respetando el medio ambiente.
Esta definición apegada al principio señalado por “Lionel Robbins”, nos ubica de por si en una realidad irrefutable, un bien limitado o restringido, ante una necesidad progresiva. Por ello la tecnología tiene una misión permanente, lograr que la producción se incremente constantemente para que de esa manera se presenten nuevos bienes y servicios que den satisfacción a los grupos sociales en aumento y en crecimiento que se localizan en diversas zonas, cada vez más inaccesibles.
Todo cual crea modelos que interactúa con todos los recursos y factores que puedan ser aprovechables para: identificar áreas susceptibles de explotación rentable, transformar, producir, transportar, presentar, distribuir, y poner al alcance de los consumidores intermedios y finales de cada bien o servicio que la sociedad demande.
Es evidente que en este momento la involucración de sectores económicos, sociales, geográficos, culturales ya nos crean una panorámica infinita. Así explicamos la necesidad de dividir los campos en que actúa la económica, por ejemplo las políticas agrícolas, industriales, laborales, extractivas, de explotación de recursos naturales, de uso de vialidades y transportes, de producción de energéticos y comunicaciones, por no señalar las de superestructura como las disposiciones normativas que protejan el medio ambiente, entre muchas otras.
Ante todo, la resultante que es la rentabilidad económica, y la generación de riqueza da una característica relevante en todas las prácticas transformadoras de los recursos naturales, así como de organización social de servicios.
En este contexto, espero que coincidamos frecuentemente en esta columna.