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Rivera Guerrero, Humberto. Charles Alexis de Tocqueville y la Democracia en América.

Charles Alexis de Tocqueville y la Democracia en América.

Humberto Rivera Guerrero (*)

No cabe duda que, a lo largo de la historia, son pocos los hombres que verdaderamente contribuyen con sus ideas y sus obras al desarrollo de la humanidad así como a la comprensión de los fenómenos sociales y económicos. Así, iluminados por una llama interior, descubren nuevas rutas para el progreso de los pueblos o simplemente nos ayudan a entender nuestra naturaleza, construyendo fórmulas de nuestro pasado, para escudriñar lo que todavía parece difuso: de dónde venimos y hacia dónde vamos.

¿Qué han sido Pitágoras, Sócrates, Platón y Aristóteles en la antigüedad o siglos después San Agustín, Hegel, Marx, Nietzsche, Mozart, Freud, Einstein, entre otros? Indudablemente seres superdotados, con una inteligencia superior  y una visión amplísima de su tiempo y de su devenir histórico, que con una voluntad férrea han escudriñado y transformado el pensamiento universal y que nos han ayudado a entendernos mejor en la búsqueda de nuestra realización humana.

Sin embargo, no debemos olvidar que todos ellos han sido producto y parte de  su medio social, constituido por  multitud de seres que en cada época, han luchado diariamente por sus ideales y  sobrevivencia, ya sea como esclavos, aristócratas, señores feudales, burgueses, obreros o intelectuales, y son quienes verdaderamente contribuyen al progreso de sus pueblos a través de su cotidiano quehacer,  pero que  a su vez son propulsados por la fuerza del espíritu y la inteligencia de los superdotados que se manifiestan en cada tiempo y geografía del planeta para que la humanidad vaya  ascendiendo a planos superiores de convivencia.

Hago estas reflexiones porque al leer las ideas fundamentales de Alexis de Tocqueville, no dejo de reconocer que nos encontramos ante un ser de excepcionales cualidades que aportó grandes contribuciones para el entendimiento de la sociedad, como escritor y político de su tiempo.

Charles Alexis de Tocqueville, nació en parís en 1805 y murió en Cannes en 1859, su aportación máxima como escritor fue su obra cumbre “La Democracia en América  publicada por primera vez en 1835: además,  en 1856, unos años antes de su muerte, escribió el libro “El Antiguo Régimen y la Revolución”. En ambas obras se manifiesta con una gran influencia de los enciclopedistas, entre ellos Montesquieu y Malesherbes, con quién tenía lazos familiares.

Tocqueville provenía de una familia francesa de la aristocracia, lo que le permitió, ya siendo magistrado francés, hacer un viaje en 1831 a Estados Unidos y estudiar a fondo a la sociedad norteamericana de su tiempo.

Se sorprendió al encontrarse en Norteamérica con un tipo humano que ya tenía poco que ver con el europeo, educado en el formulismo de la vieja aristocracia; con un hombre sin artificios, en quien la cortesía era llana y procedía de la convicción de la igualdad de todos los hombres que saben emplear su vida en la actividad productiva.

La generación de 1830, a la que pertenece Tocqueville, había vivido en su infancia los días napoleónicos y había visto más tarde el destino del imperio y  la vuelta de los Borbones. Tocqueville escribió en el pleno apogeo del romanticismo; le atrajo sobremanera la experiencia democrática de Estados Unidos y sobre todo, la idea de que un régimen similar pudiera establecerse en Francia. Bajo esta óptica desarrolló su libro “La Democracia en América”

Decía que en  Estados Unidos, la gran revolución social se realizó de manera sencilla y fácil o mejor dicho que “ese país alcanza los resultados de la revolución democrática, sin haber conocido la revolución misma”.

Su libro explica la influencia que ejercen la igualdad de condiciones y el gobierno democrático, sobre la sociedad civil, sobre los hábitos, las ideas y las costumbres. En la portada de la duodécima edición (1848) Tocqueville se preguntaba  ¿Se piensa acaso que después de haber destruido el feudalismo y unido a los reyes, la democracia retrocederá delante de los burgueses y los ricos?

Quizá una de las aseveraciones más significativas de su pensamiento es cuando afirma que:

“…No es solamente la fuerza la que afianza un gobierno nuevo; son sus leyes buenas…volvamos nuestras miradas a Norteamérica, no para copiar servilmente las instituciones que ella se ha dado, sino para comprender mejor las que nos convienen, menos para beber en ellas ejemplos de enseñanzas y para tomar los principios más bien que los detalles de sus leyes: las leyes de la Republica humana pueden y deben , en muchos casos, ser diferentes de las que rigen en los Estados Unidos; pero los principios sobre los cuales las constituciones norteamericanas descansan, esos principios de orden, ponderación de los poderes, libertad verdadera, de respeto sincero y profundo del derecho, son indispensables a todas las Repúblicas; deben ser comunes a todas, y se puede decir de antemano que donde no se encuentren, la República dejará pronto de existir…”

En su amplísima obra, expone capítulos muy interesantes como son la configuración geográfica de América del Norte; aquí plantea que el lazo del lenguaje es tal vez el más fuerte y durable que puede unir a los hombres, refiriéndose a los emigrantes ingleses que poblaron Virginia, que fue la primera colonia inglesa (1607) y, asimismo, expresa que las colonias inglesas del Norte (Nueva Inglaterra) fueron las que dieron origen a las bases de la teoría social   de los Estados Unidos, como son: la intervención del pueblo en los asuntos públicos, el voto libre de impuestos, la responsabilidad de los agentes del poder, la libertad individual y el juicio por medio del Jurado.

En suma, concluye que  es la ley la que marca los derroteros de la sociedad, escrita de mil maneras para satisfacer las grandes necesidades sociales.

Tratándose de la educación pública, véase en el siguiente principio, el carácter original de la civilización norteamericana, en donde la religión tiene una gran preponderancia:

“…Considerando que Satanás, enemigo del género humano, halla en las ignorancia de los hombres sus armas más poderosas, y que nos interesa a todos que las luces que trajeron nuestros poderes no permanezcan sepultados en su tumba, considerando que la educación de los niños es una de las primeras preocupaciones  del Estado, con la asistencia del Señor… se crean escuelas en todas las comunas, obligando a los habitantes, bajo pena de fuertes multas, a comprometerse a sostenerlas…”

Y prosigue:

“…De la misma manera, se fundan escuelas superiores en los distritos más populares. Los magistrados deben velar porque los padres envíen a sus hijos a las escuelas; tienen derecho a multar a los que se resistan a ello y, si la resistencia continua, la sociedad, colocándose entonces en el lugar de la familia, se apodera del niño y desposee a los padres del derecho que la naturaleza les dio, pero de los que tan mal habían hecho…” Es decir, en Norteamérica, la religión es la que lleva a la luz y la observancia de las leyes divinas, es la que induce al hombre a la libertad. Por ello, dice Tocqueville, “…esta  Santa libertad debemos defenderla en todas las ocasiones y exponer, si es necesario, por ello nuestra vida”.

Tocqueville plantea que en Estados Unidos las fortunas de su tiempo son iguales y dice  que “…la igualdad se da sobre las mismas inteligencias. La educación primaria está al alcance de todos, en cambio, la educación superior no se halla al alcance de nadie; en Estados Unidos hay pocos ricos, por lo tanto, todos los norteamericanos tienen la necesidad de ejercer una profesión y toda profesión exige un aprendizaje. El cultivo de esta inteligencia se hace en los primeros años de vida, a los quince años entran a una carrera, y esta se dirige hacia una materia especial y lucrativa; se estudia una ciencia como se toma un oficio, y no captan más que las aplicaciones de utilidad reconocidas…”

Con profunda sapiencia, Tocqueville aborda el principio de la soberanía del pueblo, la importancia de las Comunas, los Condados, el Estado, el Poder Judicial, el Juicio Político, la Constitución, las elecciones, los Tribunales Federales y el Sistema Federativo. Asimismo, plantea aspectos relativos al funcionamiento de los partidos, la libertad de prensa, las Asociaciones Políticas, la omnipotencia de las mayorías, la República y el porvenir de las tres razas que habitan los Estados Unidos.

La segunda parte de su libro, es la que contiene referencias sociológicas muy interesantes, por ejemplo cuando expone el avance del catolicismo, el cultivo de las artes y la ciencia, la industria literaria, la elocuencia parlamentaria; en el capítulo XVIII afirma que la igualdad no solamente rehabilita la idea del trabajo sino que la realiza procurando un lucro que se da en el comercio y la industria; aborda el gusto por el bienestar material en Norteamérica, aunque también explica como las creencias atraen de cuando en cuando el alma de los norteamericanos hacia los goces inmateriales, especialmente el Séptimo Día  de cada semana cuando la nación parece suspendida en un seguimiento solemne, el alma entra al fin en posesión de sí misma y se contempla.

¿Pero qué actitud manifiesta Tocqueville sobre la educación de los jóvenes y de la mujer en los Estados Unidos?

Afirma que en casi todas las naciones protestantes, los jóvenes son mucho más libres en sus acciones que en los pueblos católicos. Estima que la mujer hace las costumbres. Por ello, a la norteamericana desde joven se le enseña salir poco a poco de su tutela maternal, para que adquiera confianza y afronte las realidades; la mujer norteamericana no cesa jamás de ser dueña  de sí misma, goza todos los placeres permitidos, en cambio, en Francia,  la educación que se da a los jóvenes de esa época  es tímida, retraída y casi claustrada, y concluye  que “es necesaria una educación democrática para preservar a la mujer de los peligros de que la rodean las instituciones y costumbres de la democracia”

Como conclusión, podemos manifestar que este iluminado ser fue producto  del pensamiento enciclopedista, pero con gran maestría supo analizar el rumbo de la democracia. Para su época, sus ideas fueron avanzadas en cuanto a que consideró   la fuerza de la democracia en la vida de los pueblos y advirtió el gran peligro que se podía vislumbrar debido a la tiranía de las mayorías que podían acabar con la propia libertad del individuo por la acción de un gobierno cada vez más avasallador. Ahora, a casi dos siglos de la publicación de  su obra (1835), vemos con claridad  los riesgos de su profecía. En Estados Unidos y en muchos otros países del mundo, en donde el liberalismo es la filosofía dominante, aunque el velo de la democracia pudiera ocultar los vicios del propio sistema, no podemos dejar de reconocer que al amparo de ella subsisten injusticias sociales, y  que no obstante “las buenas leyes” y la igualdad, son una vergüenza para toda la humanidad. Es decir, todavía tenemos que seguir luchando para encontrar el camino de la justicia social.

(*) Economista.

Bibliografía:

La Democracia en América. Tocqueville, Alexis de

http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=464

Rivera Guerrero, Humberto. Charles Alexis de Tocqueville y la Democracia en América. México: CEAAMER, [200?]. p. varía.

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