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Meléndez Salazar, Juliana Elisabeth. Los derechos y el respeto a la tolerancia. México: CEAAMER

CENTRO DE ESTUDIOS AVANZADOS DE LAS AMÉRICAS

MAESTRÍA EN: Derechos Humanos y Libertad Religiosa

ASIGNATURA: Acuerdos Internacionales en el Sistema de Tolerancia y

Fuentes de Derecho MLDH41.

CUATRIMESTRE: 4º

TAREA #2: Los derechos y el respeto a la tolerancia.

NOMBRE DEL ALUMNO: Juliana Elisabet Meléndez Salazar

MATRÍCULA: M22021001195

ASESOR: Mtro. Carlos Chávez Ponce

FECHA: Lunes 22 de Mayo 2023

Introducción

La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz. (Artículo 1.1 de la Declaración de la UNESCO sobre la Tolerancia, de 16 de noviembre de 1995).

 

Tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia; es, ante todo, una actitud activa del reconocimiento de los derechos humanos universales y de las libertades fundamentales de las demás personas. Todas las personas, los pueblos y los Estados deben practicar la tolerancia. En ningún caso puede utilizarce este consepto para justicar el quebrantamiento de los valores fundamentales. La práctica de la tolerancia sustenta la vigencia de los derechos humanos, el pluralismo cultural, la democracia y el Estado de Derecho.

La tolerancia es necesaria entre las personas, dentro de la familia y en la comunidad.

El fomento de la tolerancia y la inculcación de actitudes de apertura, diálogo y solidaridad han de tener lugar en las escuelas, en las universidades, en la educación extraescolar, en el hogar y en los centros de trabajo. Los medios de comunicación pueden desempeñar una función constructiva facilitando un diálogo y un debate libre y abierto, difundiendo los valores morales y poniendo de relieve el peligro que representa la indiferencia al ascenso de grupos, personas e ideologías totalitarias.

Los derechos humanos en el transcurso de su historia han empleado un método pacífico, de no violencia, que afortunadamente los han ayudado a definir estrategias idóneas y oportunas en su largo batallar, ha sido y sigue siendo necesaria una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás, la tolerancia.

Los derechos y el respeto a la tolerancia.

Los derechos humanos en el transcurso de su historia han empleado un método pacífico, de no violencia, que afortunadamente los han ayudado a definir estrategias idóneas y oportunas en su largo batallar, ha sido y sigue siendo necesaria una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás, la tolerancia.
Gracias a la tolerancia, que implica el reconocimiento de las diferencias del otro, sin desdibujar las propias, reconocer y aceptar la existencia de diversas y opuestas formas de pensar, creer, ver y entender el mundo, su accionar político, religioso, moral, educativo y cultural. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla las personas, los grupos y los Estados.
Este principio ha sido recogido y presentado en gran cantidad de instrumentos jurídicos, cartas sobre derechos humanos, declaraciones y constituciones, pero, el medio ideal donde la tolerancia logra sus fines es en los sistemas donde existe el respeto a los derechos humanos, constituyendo la democracia, ese sistema político el más propicio para desarrollarla en toda su extensión.

La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos.Fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz.

Como indica la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, de 1995, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la tolerancia significa el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, así como el reconocimiento, la aceptación y el aprecio al pluralismo cultural, a las formas de expresión, a los derechos humanos de los demás y a la diversidad del aspecto, situación, comportamiento y valores de todas las personas.

Desde una perspectiva de categoría histórica la tolerancia responde a las necesidades sociales y políticas de cada momento; los derechos humanos son “un conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional” (Perez, p.48,1999). Así mismo que,
como tal, responde a las necesidades sociales y políticas de cada momento: en su origen, las derivadas de la ruptura de la unidad religiosa; en fases posteriores, como preludio de la defensa de los derechos y libertades individuales, y como última fase, cuando triunfa el constitucionalismo y se recogen en los textos de las diferentes constituciones los derechos individuales, luego los de participación, y por último los sociales.

Concuerdo con Beltrán (2004) sobre la doble dimensión de la Tolerancia ya que es consciente de su cabalidad en su necesidad y funcionalidad. La Perspectiva Moral en el sentido que la tolerancia es la aceptación consciente y positiva de las diferencias culturales, políticas o
morales (de grupos estables organizados o de personas individuales) porque representan otras formas de pensamiento o de acción, sin que esto suponga una renuncia a las propias convicciones ni ausencia de compromiso personal. Y Perspectiva Politica hoy las sociedades democráticas mantienen en gran medida sus sistemas de convivencia gracias a la consciente aceptación del pluralismo cultural de su propia realidad social, y ello es gracias al ejercicio de la tolerancia. La tolerancia conlleva una actitud caracterizada por el esfuerzo para reconocer
las diferencias y comprender al otro, es decir, reconocer su derecho a ser distinto.Como afirma Michael Walzer (1998) “la tolerancia hace posible la diferencia; la diferencia hace necesaria la tolerancia”(p.13).

En la actualidad, no podemos negar que el mundo se nos presenta como un conjunto de sociedades multiculturales que han de desarrollar reglas generales de convivencia acordes a derecho para asegurar una coexistencia pacífica y democrática para todos. Tal como menciona Juániz (2001) un ejemplo actualísimo de esta necesidad de crear y fomentar sociedades multiculturales lo encontramos en el fenómeno cada vez más evidente de la migración, en el que la integración social y absoluta de nacionales y extranjeros nos aboca a la construcción de sociedades plurales y tolerantes, en las que el respeto a la igualdad, la diversidad y el mestizaje social se establecerán como normas esenciales de convivencia.

Conforme al respeto de los derechos humanos, practicar la tolerancia no significa tolerar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales o atemperarlas. Significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que los demás se adhieran a las suyas. Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. También significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás.

Los derechos humanos poseen características propias que no comparten con la tolerancia: son universales, absolutos, innegociables e inalienables. Son universales porque son derechos de todos los seres humanos, independientemente de cultura, su época histórica o cualquier otra diferencia. Con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, por primera vez en la historia, un sistema de principios fundamentales de la conducta humana fue libre y expresamente aceptado, a través de los gobiernos de cada país, por la mayoría de los hombres que habitan la Tierra. Sólo después de esta Declaración se tiene la certidumbre histórica de que toda la humanidad comparte algunos valores comunes, y puede creerse finalmente en la universalidad de los valores en el único sentido en que tal creencia es históricamente legítima, es decir, en el sentido en que universal significa no dado objetivamente, sino subjetivamente acogido por el universo de los hombres. (Bobbio, 2004).

Para llegar a ello la tolerancia desempeñará un papel indispensable, junto con los derechos humanos, tanto en la teoría (es decir, en la positivación de las mismas) como en la actitud o en la práctica (directamente relacionado con la interiorización y conciencia de cada persona respecto de sus semejantes).

La tolerancia no es una invitación a limitar las creencias religiosas a la esfera privada, excluidas de la vida pública. El punto central sobre la tolerancia es precisamente la convivencia de personas y comunidades diferentes que pueden conservar y mantener sus diferencias.

La tolerancia exige que tomemos en serio las opiniones de los demás y que reconozcamos mutuamente el derecho a la diferencia.

Todos somos diferentes, pero vivimos juntos, coexistimos de un sin fin de maneras, por lo que nuestra cosmovisión debe ampliarse, sustentada en la dignidad humana, respeto, igualdad, justicia, libertad y cultura de paz.

La Educación como motor de la tolerancia.

La educación es el medio más eficaz para prevenir la intolerancia. Educar en derechos humanos es crear una cultura cuyo centro sea el hombre con dignidad, con derechos y también con deberes.

La educación para la tolerancia consiste en enseñar a las personas los derechos y las libertades que comparten, para que puedan ser respetados y así fomentar la protección de los mismos. La educación para la tolerancia busca contrarrestar las influencias que conducen al temor y la exclusión de los demás, y ha de ayudar a los jóvenes a desarrollar sus capacidades de juicio independiente, un pensamiento crítico y un comportamiento ético.

El proceso educativo tiene una incidencia vital en el cambio de conducta de las personas, procurando desarrollar sus máximas potencialidades. Las sociedades que busquen el desarrollo deben modernizar sus estructuras, sus procesos de producir sus valores y potenciar una educación donde prime la formación de hombres creativos, innovadores, con príncipios , valores, moral siendo libres, atendiendo a todos los sectores sociales.

Asumir una actitud proactiva hacia su sistema educativo lleva a la sociedad a convertir la educación en agente de cambio y factor de desarrollo impulsor de una renovación de valores, normas y patrones de comportamiento, así como innovadora de las propias estructuras sociales (instituciones, economía, política), con lo cual se convierte en dinamizadora y promotora de cambios.

Desde esa perspectiva, el Congreso Internacional sobre la Enseñanza de los Derechos Humanos congregado por la UNESCO en Viena, en 1978, señalaba que la enseñanza de los derechos humanos debería tener por objetivos:

1) Motivar las actitudes de tolerancia, de respeto, de solidaridad inherente a los derechos humanos.
2) Entregar los conocimientos sobre derechos humanos en sus dimensiones tanto nacional como internacional, y sobre las instituciones establecidas para su puesta en marcha.
3) Desarrollar en cada individuo la conciencia acerca de los medios por los cuales los derechos humanos pueden ser concretados en la realidad social y la política en el nivel tanto nacional como internacional.

La intolerancia tiene a menudo por origen la ignorancia y el miedo: miedo a lo desconocido, al Otro, a otras culturas, naciones, religiones. La intolerancia se encuentra también íntimamente vinculada a un sentimiento exagerado de su propio valor, de orgullo, que puede ser personal, nacional o religioso. Estas nociones se enseñan y aprenden desde la niñez; por lo que la educación para la tolerancia debe intensificarse. Hay que acostumbrar a los niños, tanto en casa como en la escuela, a mostrarse más abiertos, curiosos y receptivos. La educación es un proceso continuo que se prolonga durante toda la vida; ni empieza ni se termina en la escuela. Los intentos de inculcar la tolerancia por medio de la educación no tendrán éxito si no se dirigen a todos y en todas partes : en casa, en la escuela, en el trabajo, en lugares de diversión y ahora, a través de las autopistas de la información.

El cambio hacia una educación en derechos humanos, como elemento primordial a la hora de crear sociedades que sean capaces de delinear su futuro de acuerdo con presupuestos democráticos, nos lleva a plantearnos el hecho mismo de que este tipo de educación se convierta en una disciplina jurídica plenamente autónoma, en todos los niveles de educación, y que se refleje en el actuar cotidiano de los ciudadanos.

Todos debemos aunar esfuerzos para conseguir vivir en un mundo en el que se respeten los derechos humanos en su totalidad, y en el que la tolerancia se convierta en nuestra guía de actuación, entendiendo por tolerancia lo dispuesto en la Declaración de Principios sobre la Tolerancia (UNESCO, 1995):

La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La  fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz. (Artículo 1.1 de la Declaración de la UNESCO sobre la Tolerancia, de 16 de noviembre de 1995).

La tolerancia, como cualquier otro valor, no se adquiere de manera espontánea, requiere aprendizaje. Se puede decir que es tolerante quien quiere serlo, pero si en algo se fundamenta la tolerancia es en el diálogo y en el estudio, como búsqueda de la verdad.

Corresponsabilidad para la educación , participación y compromiso en la Tolerancia

Todos los elementos de la comunidad pueden contribuir a la educación para la tolerancia y participar en el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos.

  • Los ayuntamientos podrían organizar una semana de actos para rendir homenaje a los diversos grupos de la comunidad y su contribución a la vida comunitaria. Las celebraciones podrían organizarse el 16 de noviembre, aniversario de la aprobación de la Constitución de la UNESCO, a fin de observar el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, y al mismo tiempo celebrar el Día Internacional de la Tolerancia. Diversas organizaciones cívicas y grupos culturales podrían ocuparse de algunos aspectos de estas celebraciones.
  • Las iglesias, templos, mezquitas, sinagogas y organizaciones religiosas podrían elaborar programas sobre tolerancia religiosa, celebrar diálogos interreligiosos, establecer directrices para la enseñanza del respeto de las demás religiones en las escuelas de la comunidad y fomentar estudios y debates sobre las normas de las Naciones Unidas en materia de tolerancia religiosa.
  • Las autoridades escolares podrían presentar esta obra a las organizaciones de padres y maestros e invitarlos a formular sugerencias sobre la manera en que estas orientaciones se podrían adaptar a las condiciones locales y a la comprensión de los problemas de intolerancia y las cuestiones de derechos humanos. Los padres y miembros de organizaciones locales que tengan una experiencia especial o hayan conocido la intolerancia, sus manifestaciones y la manera de combatirla, o que trabajen por los derechos humanos, podrían ofrecerse para transmitir su experiencia a los escolares y otros públicos reunidos en las escuelas.
  • El hogar y la familia desempeñan un papel fundamental en la creación de actitudes tolerantes y pacíficas y en el respeto de los derechos humanos. Valorar la paz de forma tal que motive a la gente a asumir la responsabilidad de actuar en pro de ella constituye un atributo fundamental de la tolerancia que puede desarrollarse en el hogar muy eficazmente. Los padres y los que trabajan con los jóvenes deben estar preparados para educarlos de manera que les permitan desarrollar capacidades para la tolerancia y la construcción de la paz.
  • Los trabajadores comunitarios y sociales podrían elaborar programas de actividades destinados a abordar los problemas de intolerancia que se observen en sus comunidades.
  • Las iglesias y escuelas podrían organizar programas para estudiar y resolver problemas locales de intolerancia en la comunidad.
  • Los padres y la comunidad podrían prestar ayuda y solidarizarse con las víctimas de la intolerancia; para los jóvenes, ello sería la mejor manera de educarlos en la tolerancia.

Los individuos que asumen sus responsabilidades comunitarias establecen programas de aprendizaje cooperativo mediante los cuales analizan y afrontan sus problemas comunes. Para muchas comunidades, la intolerancia constituye un problema y, por ello, los movimientos populares pueden ser actores importantes en la educación para la tolerancia.

Conclusión

En definitiva, la tolerancia es aceptar y abrazar la diferencia, apreciar la diversidad, no tener miedo, respetar a los que no son o no piensan como nosotros, considerándolos como iguales, saber escuchar, ayudar y empatizar. Si somos tolerantes, seremos más cultos, más inteligentes y más humanos, seremos esponjas dispuestas a absorber conocimientos, experiencias y sentimientos de otras personas, siempre abiertos a nuevos aprendizajes. Eso sí, debemos empezar por ser tolerantes con nosotros mismos, de ese modo estaremos preparados para serlo con los demás.

Convivir es aceptar la diversidad, valorar la tolerancia y comprometerse solidariamente con el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinciones por raza, género, lengua, origen nacional, religión o discapacidad, así como en el combate contra la intolerancia. Es imposible la convivencia democrática si no se fundamenta en los valores de Tolerancia y Solidaridad. Por medio de la educación para la tolerancia se aprende y se entiende la importancia del respeto a las demás personas y de la forma adecuada de convivir con otras personas distintas a nosotros, y de diferentes ideologías y formas de vida.

Todo a nuestro alrededor es aprendizaje, todo a nuestro alrededor es diversidad. Solo tenemos que abrir los ojos, con tolerancia, y el mundo será un lugar mejor para todos, ya que la comprensión entre personas de culturas diferentes es el resultado de un aprendizaje, como lo es la reconciliación. Ninguna de las dos será posible si no se aprende y ejercita la tolerancia, por lo que es necesario tomar responsabilidad, acción para transformar nuestras realidades, con la tolerancia , la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz.

Referencias

Beltrán. M. (2004). Tolerancia y Derechos Humanos [Entrada sitio web]. Tomado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422004000100012

Ferrer. F. y Pelayo C.( 2012). LA OBLIGACIÓN DE «RESPETAR» Y «GARANTIZAR» LOS DERECHOS HUMANOS A LA LUZ DE LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA [Artículo en línea].Tomado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php script=sci_arttext&pid=S0718-52002012000200004 Juániz, J.(2001). XXI Retos para un siglo con derechos humanos. España: Publicaciones de
la Universidad de Valencia.

Pérez, A.(1999). Derechos humanos, Estado de derecho y constitución. Madrid:Tecnos.

UNESCO. (1994). La tolerancia, umbral de la Paz.Guía didáctica de educación para la Paz,los derechos humanos y la democracia . (Versión preliminar): Francia. Recuperado de : https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000098178_spa.

Walzer, M.(1998). Tratado sobre la tolerancia. Barcelona: Paidós (Colec. Estado y Sociedad).

 

Bibliografía
Meléndez Salazar, Juliana Elisabeth. Los derechos y el respeto a la tolerancia. México: CEAAMER, 2023. 11 hojas.

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