Palabras dirigidas por Ricardo Zamora Mesinas, graduado de la Licenciatura en Derecho del CEAAMER – Centro de Estudios Avanzados de las Américas; en el Evento ALPES (Alianza para la Enseñanza Superior) del premio de reconocimiento al mejor Docente y al mejor Alumno del año 2012, celebrado en el Colegio Mexicano de Ingenieros Civiles en México Distrito Federal el 25 de octubre de 2012:
Respetable Consejo de la Alianza para la Educación Superior- ALPES Queridos catedráticos y autoridades de nuestras universidades, Apreciables compañeros de estudio, Damas y Caballeros
Muy buenas tardes. Antes que nada, quiero agradecer sinceramente el honor de ocupar este podio en estos momentos. Honor que estoy seguro merecen muchísimos más compañer os y compañeras graduados universitarios que hoy celebran junto con su servidor la alegría del final de nuestros estudios.
Lo que hoy estamos viviendo es la culminación de una etapa, y a su vez, el inicio significativo de una fase de nuestra vida social en que cada uno de nosotros el día de hoy asumimos nuestra responsabilidad como profesionistas mexicanos.
Hasta ahora, el esfuerzo de aprendizaje y las horas invertidas fueron nuestras, pero la guía para el descubrimiento del conocimiento, las herramientas tangibles e intangibles para la didáctica, y la personal atención a nuestro progreso, constituyeron elementos imprescindibles que generosamente nos ofrecieron nuestros maestros y las instituciones educativas, mismas que nos llevaron exitosamente por este camino de profesionalización, y a ellos, por tanto, les debemos un agradecimiento muy grande.
En adelante, nos toca a nosotros, los graduados, el regresarle a la sociedad con creces lo mucho recibido, mismo que nos ha colocado en una posición privilegiada de oportunidad en nuestra nación y en el mundo. Cada uno de los graduados de nuestras queridas universidades asume a cambio del privilegio recibido, la obligación moral y fiduciaria de aprovechar el conocimiento para la mejora sostenida de la gran mayoría de nuestra sociedad, la predicación con el ejemplo de nuestro esfuerzo, de nuestra actuación honesta y responsable, y de nuestro apego a las normas que fijan las Leyes para nuestra vida en sociedad.
Aún más, quiero provocar en cada uno de nosotros los graduados, el hambre sana por siempre continuar educándonos y, en lo posible, por diseminar el conocimiento recibido asumiendo nuestra responsabilidad moral de enseñar en tantas aulas abarrotadas de estudiantes deseosos de recibir instrucción de calidad en nuestro Amado México.
Aludo aquí, casi con obsesión, al tema de la integridad, de la honestidad. ¿Porqué lo hago? Porque México se enfrenta hoy a un futuro dicotómico. Por un lado está caer en la fácil tentación de dejar que el desorden social, el incumplimiento personal y colectivo de nuestras responsabilidades y de nuestras Leyes, domine todo nuestro territorio. Es la ruta fácil, pero fatídica. El escenario resultante, respetable auditorio, nos pone en riesgo a todos y cada uno de nosotros diariamente. Se los dice alguien que ha vivido los estragos de la corrupción en carne propia.
Por otro lado, podemos levantar la voz, como hoy propongo lo hagamos todos nosotros graduados de nuestras respectivas carreras y universidades, para promover como líderes de opinión ante los menos educados, las ventajas y mecanismos de actuar con integridad, con sentido de responsabilidad, cumpliendo nuestras obligaciones con tanto ahínco como exigimos nuestros derechos, y de utilizar la educación, siempre, como la herramienta fundamental para el avance individual y colectivo, de nuestro País. Solamente con esta actitud por parte de nosotros, los sí educados, tendremos posibilidad de que México se encamine al futuro próspero y ciertamente más feliz, de la dicotomía antes planteada. La responsabilidad para nosotros aquí presentes es pues, muy grande, para llevar a nuestra Nación a esa anhelada mejora generalizada de calidad de vida de prácticamente toda nuestra ciudadanía, en detrimento y con franca lucha contra los privilegios, las barreras selectivas, y las inequidades que hoy constituyen un gran reto para los más débiles conciudadanos.
Pareciera que pretendo hoy, queridos compañeros de graduación, iniciar una revolución ante el status quo. No lo niego. Pero propongo la revolución con base en golpes del intelecto, no golpes físicos ni impulsados por la pólvora. Cada vez que nuestro País ha iniciado una nueva etapa en su maduración social, grandes ideas han impulsado el
cambio positivo.
El Benemérito de las Américas, el gran Benito Juárez, posiblemente la persona más inteligente, sin distinción de género, que ha hecho vida pública en México, pudiera constituir un fundamento histórico, pero vigente, muy actual, a las virtudes que pretendo instigar hoy en todos Ustedes. En una carta escrita en 1855 desde Nueva Orleans, firmada por Juárez junto con José María Mata y José María Gómez, los tres ofrecen sus servicios a la Junta Revolucionaria Mexicana operando en
Brownsville, Tejas, con la intención de recuperar a México de la dictadura de Santa Anna. A continuación me permito citar algunas oraciones relevantes de esta brillante misiva:
Dice Juárez:
´… poco o nada vale ciertamente cada uno de nosotros en lo particular, pero nuestros esfuerzos reunidos podrán servir de algún peso en la balanza en que hoy se pesan los destinos de la desgracia de México. Ese peso aumentará más, el esfuerzo será más eficaz, si hombres [y mujeres] influyentes por su capacidad, por sus servicios, por su integridad y por su acrisolado patriotismo se asocian a nuestra empresa.
Y luego ajusta Juárez al final de su carta que:
… ´esta conducta convencería al general Santa Anna, y probará a amigos y enemigos, que respetamos nuestra dignidad de hombres [y mujeres] libres, y que antes de nuestras comodidades personales deseamos el triunfo de la democracia y de la libertad de nuestro país´.
Respetable audiencia: agradezco mucho me hayan permitido ofrecer mi punto de vista sobre la relevancia de este momento para los que nos graduamos, y las enormes consecuencias de responsabilidad que ello implica. Quedamos, repito, en deuda por el resto de nuestras vidas con nuestra sociedad para ayudar a que la democracia, la libertad, y la prosperidad de todos los mexicanos se labren y preserven día a día con nuestro esfuerzo, nuestra integridad, nuestro apego a la Ley, y nuestra enseñanza por impartir a tantos conciudadanos menos afortunados que nosotros.
Muy buenas tardes tengan todos Ustedes.